Michael N.
Escobar
Span 104
Laura
García-Moreno
Ensayo no. 1: La
tensión ideológica en La Araucana
La
conquista española del nuevo mundo parece ser único en la serie de conquistas
en la historia antes del siglo xx, porque durante el mismo proceso de conquista
se vio una polémica en el metropolis sobre el derecho de España de apoderarse
de esos terrenos. Si hubiere protestas por parte de los sindicatos británicos
en contra de la empresa imperial en India, o si los académicos franceses se
opusieron a la colonización de Vietnam, nosotros no lo sabemos, de manera que
eso se queda como el objeto de más investigación histórica. Pero existe una
larga tradición de crítica del imperio español por parte de españoles en el
siglo xvi. Los representantes más importantes son Bartolomé de las Casas,
obispo de Chiapas, y Francisco de Vitoria, catedrático de teología en la
universidad de Salamanca.
Parece
que las críticas de intelelectuales nunca han tenido mucha influencia en el
curso de eventos protagonizados por los hombres "de capa y espada". Y además,
desde la colonia, Latinoamérica siempre se ha caracterizado por la distancia
entre lo de facto y
lo de jure. Las Leyes
Nuevas, resultando del debate de Valladolid entre Las Casas y Sepúlveda,
tuvieron proposiciones fuertes para la protección de indígenas, pero como con
muchos decretos reales, solían a encontrar el "obedezco pero no cumplo" de los
virreyes.
Sin
embargo, el conflicto filosófico sobre la conquista tuvo mucha importancia en
España. España fue un país sumamente legalista y católico. Huberia sido
inaceptable para los oficiales y la casa real seguir en la empresa colonialista
sin alguna justificación de sus actos. Además, las comunidades indígenas
presentaban demandas en las cortes reales, y los conquistadores defendían
celosamente los derechos que esperaban por su servicio. Por lo tanto fue
imprescindible tener una "historia oficial" tanto para encontrar un equilibrio
entre los varios sectores que esperaban satisfacción del estado, como para la
conciencia privada de los administradores peninsulares.
Será
entonces por eso que salieron 15 ediciones de La Araucana antes de la muerte de Alonso de Ercilla
y Zúñiga. En este poema vemos un intento a resolver la tension Sepúlveda-Las
Casas, mediante la poesía, que cobra más autoridad por ser escrito por un noble
que participó en las batallas de la "tierra de fuego y guerra" del sur chileno.
La
posición de Ercilla frente a la legitimidad de la conquista no se basa en la
imposición de la fé católica, pero sí acepta la guerra justa que reconoce los
derechos de los indígenas (Mejías López, 15). Parece que en ninguna parte de la
obre se ofrece una justificación específica de la empresa colonial. Como un
miembro del élite español, se la considera automáticamente justa, es un dado.
Trata de manera general de la guerra justa en el canto final del poema: la
guerra "reprima" la insolencia humana, oprima "la soberbia cerviz de los
traidores", y es de notar que en el primer canto, rápidamente narra la llegada
del adelantado Valdivia al sur de Chile, donde reduce los araucanos a
"obedecencia" y funda la ciudad de Concepción. Luego, por su crueldad y mala
gestión, los araucanos se hacen "rebeldes" - y ahí está: la rebeldía siempre es
una causa de guerra justa.
Ercilla
intenta a satisfacer las necesidades de los simpáticos a los indígenas por el
claro uso de la imagen de salvaje noble, y también por una muestra de alto
respeto a los araucanos como guerreros, y un reconocimiento de su humanidad.
Ese reconocimiento se ve en varios episodios líricos cuando Ercilla, el
personaje, se encuentra con araucanos. Por ejemplo, lo de Glaura, la mujer de
un guerrero araucano, buscando su marido en el campo de batalla, o cuando
Ercilla se opone a las ejecuciones de araucanos capturados y hace esfuerzos
para salvar a algunos (sin éxito). Se muestra el salvaje noble más claramente
aquí, en el canto XXXVI, octava 13:
La sincera bondad y la caricia
de la sencilla gente destas tierras
daban bien a entender que la cudicia
aún no había penetrado aquellas sierras;
ni la maldad, el robo y la injusticia
(alimiento ordinario de las guerras)
entrada en esta parte habían hallado
ni la ley natural inficionado. [citado en
Shepherd]
Ademas de
emplear la imagen del salvaje noble, Ercilla identifica los araucanos con las
ideales del estoicismo, muy de moda en la Europa de su época, que sirve para
otorgarles respeto y diferenciarlos de los oficiales españoles crueles y
codiciosos. Eso se ve mejor en la escena de la ejecución de Caupolicán, capitán
de los araucanos (XXXIV, 28)
No el aguzado palo penetrante
por más que las entrañas le rompiese
barrenándole el cuerpo, fue bastante
a que al dolor intenso se rindiese;
que con sereno término y semblante,
sin que labrio ni ceja retorciese,
sosegado quedó de la manera
que si asentado en tálamo estuviera. [de
Shepherd]
Ercilla siempre
echa la culpa a las acciones crueles y codiciosas de los agentes españoles.
La ley, derecho, el fuero y la justicia
era lo que Valdivia había por bueno
remiso en graves culpas y piadoso,
y en los casos livianos riguroso. (I, 68)
La mucha sangre derramada ha sido
(si mi juicio y parecer no yerra)
la que de todo en todo a destruido
el esperado fruto desta tierra;
pues con modo inhumano han excedido
de las leyes y términos de guerra,
haciendo en las entradas y conquistas
crueldades inormes nunca vistas. (XXXII, 4) [de
Shepherd]
Aquí no se ve
ninguna crítica de la conquista como tal, sino un rechazo de los medios usados
por los conquistadores. Al mencionar "el esperado fruto", Ercilla implica que la
conquista es legal y legítima. Además de servir su propósito general, este
argumento beneficia a la corona: uds. los conquistadores han sido la causa de
estas rebeliones, de manera que es mejor quitarles los derechos plenos de
encomenderos, y no hay razón por regalar patentes nobles.
En fin, la obra
cobra más fuerza por presentarse como una obra de arte. Si fuera un ensayo
legal, habría sido leída por un público de profesores y administradores. Como
es un poema, aunque no destinado al público popular, lo podemos entender como
un ejemplo temprano de la propaganda. Las cartes de Cortés y las obras de
Bernal Díaz y Cabeza de Vaca pretenden de ser completamente verdaderas; La
Araucana se presenta
como una obra de arte que es históricamente correcta. Como arte, Ercilla se
aprovecha de la licencia artística; esperamos una poca de distorción, una poca
de ficción, como los discursos de los araucanos entre sí; tiene más libertad de
construir el cuadro que quiere, pero el lector está dispuesto a otorgarle más
creencia.
Obras citadas
Ercilla y
Zúñiga, Alonso de. La Araucana. Madrid: Editorial Castalia, 1979.
Lerner, Isaías. "Don Alonso de Ercilla y
Zúñiga." Latin American Writers Vol. 1. New York: Charles Scribner's
Sons, 1989.
Mejías López,
William. Las ideas de la guerra justa en Ercilla y en La Araucana.
Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1992.
Shepherd,
Gregory. "Ercilla's creative and literary conflicts." Latin American
Literary Review. July-December
1998.
Obras
consultadas
Iglesias,
Augusto. Ercilla y La Araucana. Santiago de Chile: Academia Chilena,
1969.
Pierce, Frank. Alonso
de Ercilla y Zúñiga. Amsterdam: Editions Rodopi, 1984.